La estancia Aurora tomó relevancia a partir de un suceso ocurrido en 1976.
Una nave de origen desconocido que no pertenecía a la raza humana aterrizó en el campo dejando marcas físicas visibles en el suelo
Causando asombro en los pobladores del lugar.
El dueño de la estancia, Don Tonna, un italiano, comenzó a tomar contacto con seres luminosos que se manifestaron de distintas formas, generalmente sus encuentros eran una pequeña casita blanca.
Uno de los seres dijo llamarse Nicolás, desde entonces Don Tonna comenzó a hablar en su círculo de confianza de los encuentros frecuentes que él mantenía con sus hermanitos mayores venidos de las estrellas pero que habitaban en una ciudad secreta bajo la estancia.
La N.A.S.A. envió a sus científicos a estudiar el asunto y curiosamente el mismo Neil Armstrong se hizo presente.
Luego trabó un profunda amistad con Don Tonna volviendo a visitarlo periódicamente y permaneciendo con él por largas temporadas.
En todos estos años la actividad de seres luminosos y naves diversas se convirtió en cotidiano y Don Tonna puso un alambrado en el fondo de la estancia para evitar que los animales se lastimen si se acercan al vórtice energético que sirve de paso interdimensional, el acceso de las naves al mundo intraterreno.
Entre los contactos que Don Tonna Mantenía surgió la presencia de un sacerdote italiano fallecido 10 años antes. Se trataba del popular Padre Pío de Pietrelcina, célebre por sus dotes sanadores y famoso por haber sufrido los estigmas de cristo durante 50 años de su vida.
Padre Pío le dijo entonces que debía construir un santuario porque vendrían muchas personas de todo el mundo que necesitaban sanación y allí podrían reunirse a orar.
Así fue que en sueños visualizó un lugar donde construyó la Gruta que hace 3 décadas congrega peregrinos y es testigo de todo tipo de sanaciones milagrosas.
En nuestro paso por la gruta de Padre Pío pudimos ver la devoción pupular y acompañamos con nuesra oración